
Son vampiros relativamente jóvenes (entre cien y doscientos años) que han probado su valía entre los de la estirpe. Son ayudantes de los grandes vástagos y, si son listos o tienen suerte, serán los ancianos del mañana. Se encuentran entre los neonatos y los ancianos: ya se les han caído los colmillos de leche pero les faltan la edad y la experiencia necesarias para convertirse en verdaderos maestros de la guerra santa. Dado que la población ha crecido tanto en los últimos dos siglos, la mayoría de los vampiros son ancillae o neonatos.
